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Se cumple un año del presunto macrocontagio de Perpiñán

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Analizamos las reacciones francesas al evento independentista y el estudio que afirma que el acto pudo provocar una "explosión de contagios" sin precedentes.         
Voces Layetanas
José A. Ruiz 28/02/2021 3121
Retrocedamos un año exacto, o todo lo exacto que se puede ser si se tiene en cuenta que hablamos del 29 de febrero de un año bisiesto.  Aún faltaban 12 días para que la OMS declarase la pandemia global y tres días más para que se declarase en España el estado de alarma, pero la Generalitat ya estaba al corriente del riesgo sanitario.  La cancelación del Mobile World Congress en Barcelona ya era historia y la OMS advertía no hacer actos públicos con más de 1.000 personas.   Pese a todo el "govern" nacionalista retrasó su propio plan de actuación contra el COVID-19  (algo que ya han admitido en TV3) para permitir una demostración de fuerza en Perpiñán (Francia), un territorio que el independentismo catalán reclama como la "Cataluña Norte".  Para aquél homenaje a Puigdemont se había decidido meter a 200.000 catalanes en quinientos autobuses, encerrados durante horas de trayecto para concentrarlos en un recinto ferial durante otro montón de horas y, de nuevo, volverlos a apiñar en autobuses y devolverlos a sus hogares.  14 días después (el ciclo de contagio del COVID-19), Cataluña experimentaba la mayor explosión estadística de fallecidos del mundo, algo de lo que da cumplida cuenta el informe elaborado por la plataforma catcovidtransparencia que podeis consultar aquí.  La Generalitat ha editado desde su publicación decenas de webs con denominaciones iguales a la del nombre del informe, muchas de ellas muy promocionadas, con lo que han conseguido que la gente no encuentre el informe si lo busca, salvo con el enlace concreto. El informe es exhaustivo, se basa en datos públicos y objetivos, es facil de entender y no deja lugar a dudas.
La escalada que no se podía ocultar
Volviendo a los hechos, las consecuencias del evento empezaron rápidamente a ser difíciles de ocultar.  Las cifras (pese a la enorme opacidad autonómica) eran imposibles de maquillar.  En un momento dado la Generalitat dejó de comunicar sus datos de fallecimientos a Madrid, siendo la única comunidad autónoma que lo hacía.  A los pocos días, el President de la Generalitat, Quim Torra, comunicaba que estaba infectado.  Era el primer presidente autonómico en hacerlo y sería el único durante bastante tiempo.  Él también había estado en Perpiñán.
La escalada fue terrorífica.  Igualada y la cuenca de Ódena fueron puestas en cuarentena.  En ninguna otra comunidad tuvo que aislarse un municipio en aquellos tempranos tiempos de la primera ola. De Igualada habían partido y regresado 12 de los autobuses de Perpiñán.  Más de quinientas personas habían embarcado allí, viajado juntas, pasado el día juntas, respirado el mismo aire durante horas y desembarcado en el mismo lugar.  Algunos se quejaban de no encontrarse bién ya en el mismo viaje.  Sin embargo el govern nacionalista atribuyó el brote masivo a una comida de trabajo celebrada un día antes a la que acudieron 80 personas.  Esa fue la excusa oficial, aunque la denominada "paciente cero" afirmó no haber acudido a dicha comida.  El govern no consideró jamás replantearse su versión oficial.  Nunca consideraron atribuir los brotes a un acto que ellos mismos habían organizado.
Los medios públicos del nacionalismo insistieron en echar balones fuera.  En uno de los programas emitidos por TV3 con corresponsales en Madrid sobreimprimían bajo los periodistas: "La crisis del COVID, desde el lugar de origen".  Como siempre, la culpa era de Madrid, no de Valencia (de donde presúntamente había pasado a Cataluña) ni de Italia (de donde podía haber pasado a Valencia), ni ni de Wu-Han, el auténtico origen.  Y por supuesto, no se mencionaba Perpiñán.  El origen del mal era Madrid. Ponsatí (una de las ponentes de Perpiñán) bromeaba "de Madrid al cielo", y ante la posterior escalada de muertos en Madrid el independentista Canadell se cachondeaba "La España vaciada..", mientras Gabriel Rufián protestaba y la responsable de salud Alba Vergés ponía todos sus esfuerzos para que el ejército no instalase hospitales de campaña en Cataluña.
Sin embargo la lamentable gestión de la pandemia no es el propósito de este artículo, así que volvamos a centrarnos en aquél posible daño colateral de la manifestación nacionalista.
¿Qué huella dejó en Perpiñán el presunto macrocontagio?
Lo que no puede negarse es que transcurridos unos días del acto (más o menos equivalentes al ciclo de la enfermedad) Perpiñán se convirtió en el foco principal de COVID en el sur de Francia.  Ningún otro municipio igualaba sus indicadores.
El hecho es que ya antes de la celebración del evento no solo los medios españoles planteaban el riesgo sanitario que conllevaba (nosotros lo hicimos en este artículo), sino que también lo hacían los medios franceses como Actu.fr (Francia oeste).  Ya el día del evento el diario Equinox alertaba de que la previsión de asistentes (se estimaban 200.000) era excesiva para el recinto ferial y relataba como Puigdemont pedía la "reunificación" de la Cataluña separada por España y Francia.  Políticos como Francis Chouat (PS) o Guillaume Larrivé alertaban de las arengas nacionalistas que amenazaban la convivencia y la unidad de la República Francesa.  El digital Euronews se hacía eco de las críticas de diferentes personalidades de la política francesa alertando de la grave irresponsabilidad sanitaria.
El gobierno municipal de Perpiñán había mantenido hasta entonces excelentes relaciones con el nacionalismo catalán y había apoyado la causa secesionista.  Un apoyo centrado en torno al alcalde Jean-Marc Pujol y basado en múltiples intereses que la población de Perpiñán no parecía compartir.  Nunca sabremos si el posible macrocontagio producido por la manifestación acabó de desnivelar la balanza, pero el hecho es que las elecciones municipales tuvieron lugar a finales de marzo, un mes después del evento y con la pandemia campando por el municipio.  Puigdemont había participado en la campaña apoyando el gobierno continuista de su amigo Pujol.  El resultado fue un rechazo completo y una victoria única de la extrema derecha patriótica francesa de Marie Le Pen, algo inédito en toda Francia.  Los perpiñanenses habían votado masivamente a un partido que reivindicaba una identidad plenamente francesa, y Puigdemont perdió sus principales apoyos en ese municipio.
El cuatro de abril el rotativo de influencia en el Rosellón Ouillade se hacía eco de una denuncia en la que se acusaba directamente al mítin independentista de propagar los contagios y disparar las muertes en Perpiñán y en el sur de Francia.  La denuncia estaba impecablemente fundamentada y se acompañaba de los preceptos legales de la legislación francesa que la organización habría podido infringir.  Además, el denunciante abrió una petición en Change.org para que se investigase el tema, aunque dicha petición no tuvo suficiente seguimiento.  
Francia tomaba conciencia de los peligros del virus y del nacionalismo
Ya en el mes de mayo un catedrático de farmacoepidemiología de la Universidad de Oxford indicaba la posibilidad de que los catalanes estuviesen propagando la enfermedad.  El diario francés France3, que cubre la región de Occitania, se planteaba la "cuestión delicada" de si la concentración independentista pudo favorecer la propagación del virus en el sur de Francia.
En diciembre de 2020 en el medio francés Revue Politique et Parlementaire la columnista Laurence Taillade recuerda el evento como un grave e irresponsable riesgo sanitario a raiz de una posible nueva manifestación en otra localidad francesa.  Taillade aprovecha para hacer un repaso por la historia reciente del nacionalismo catalán, desde el referendum ilegal del 1 de octubre (al que tilda de "amañado") hasta la huida de Puigdemont y los suyos ("los menos valientes", según la columnista) y describe al nacionalismo como una "organización que extiende sus tentáculos por varios paises", denunciando adoctrinamiento en escuelas francesas, maniobras de "sustitución lingüística", manipulación histórica y "relatos sobre el país catalán" basados en el victimismo, así como el cuestionamiento de la calidad del estado de derecho de la República Francesa.  Vamos, lo de aquí.
En resumen, la concentración en Perpiñán pudo tener dos efectos bastante evidentes y diferenciados.  Por una parte pudo suponer una "tormenta perfecta" (involuntaria pero temeraria) en la propagación de la pandemia tanto en España como en Francia.  Por otra parte pudo suponer un aviso a navegantes para los ciudadanos del Sur de Francia que veían como los problemas de convivencia de Cataluña amenazaban con reproducirse en su tierra y como los políticos independentistas situaban su ideología por encima de cuestiones mucho más urgentes y vitales.
Ellos parecen haber aprendido.  Perpiñán parece ahora mismo haber avanzado bastante en la inmunización contra el virus.  Y contra el independentismo.
A ver si nosotros también aprendemos.
                   

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