Pablo Iglesias vuelve a impedir un gobierno de izquierdas

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Los intereses políticos y los personalismos se han impuesto en todo el espectro político impidiendo la gobernabilidad de España         
Noticias (Layetania)
José A. Ruiz 25/07/2019 1306

Sucedió en 2016 y ha vuelto a suceder tres años después.  Los intereses partidistas se han impuesto a la alta política.  El "no" de Iglesias que tumba la investidura de Sánchez nos devuelve a aquél primer no, casi por los mismos motivos.

124 votos a favor, 155 en contra y 67 abstenciones.  Es el balance de votos que ha enviado al partido socialista directamente a septiembre.  Pero en esta ocasión la culpa no es solo de Pedro y Pablo.  Amén de "los picapiedra" han sido todos los partidos los que han contribuido a este fracaso colectivo.  Como reza el dicho, "entre todos la mataron y ella sola se murió".  Y ese "ella" ha sido en esta ocasión la paciencia de la gente.

Porque ninguno de los representantes políticos ha tomado una decisión por bién del país que pretenden gobernar (o destruir), pero es que en muchos casos tampoco han tomado la decisión que más conviene a su propio partido.  Da la impresión de que los actuales líderes políticos (jamás ese término estuvo tán devaluado) han actuado por puro orgullo, únicamente para quedarse a gusto.  Y no es para eso para lo que les pagamos.

Unidas Podemos, (partido que bién podría cambiar su nombre por "Pudimos") ha tomado una decisión que le perjudica, ya que su contínua caida entre sus votantes no hará sino acelerarse en una probable próxima convocatoria electoral.  El partido de Pablo Iglesias no se resigna a quedarse con poco, aún a sabiendas de que en los previsibles próximos comicios a buén seguro matarían por tener lo que ahora rechazan. ¿El bienestar de los españoles? Ese no es el tema.

El Partido Socialista se ha convertido en un enorme conjunto de mentes inactivas, ya que la primera y la última palabra la tiene un Pedro Sánchez que actúa como si hubiese ganado las elecciones por mayoría absoluta y los demás partidos debiesen abstenerse porque se trata de él o el caos.  Y en esa épica inventada él debe ganar, y si pierde es porque los demás no están a la altura.  Sin embargo lo que Pedro parece desconocer es que unos pocos buscan ese caos, y muchos otros piensan que el caos no puede ser mucho peor que lo que ofrece Pedro.  ¿El bienestar de los españoles? Por supuesto que ese no es el tema.

El Partido Popular se ha convertido en una sonrisa helada puesta al frente de una estructura mastodóntica que resiste por pura inercia.  Casado espera resistir por la fuerza de la costumbre y ver el cadáver de su enemigo pasar ante su puerta.  ¿El bienestar de los españoles? Eso no es lo que estamos tratando.

Ciudadanos, que fuera la gran esperanza blanca, centrista, coherente e incorruptible, se ha vuelto tán enigmática y caprichosa como el resto.  Rivera y sus líneas rojas han desdeñado el pacto de centro-izquierda deseado por muchos y que hubiera generado un gobierno estable y constitucionalista.  ¿Que el partido socialista pacta con los "enemigos de España"?  El partido socialista pactaría con cualquiera, incluso con vosotros.  ¿No sería mejor tener a Sánchez atado por un pacto como el de hace tres años?  ¿No es mejor tener a Sánchez controlado? Cuando Rivera le cerró esa salida, obsesionado por un pacto de derechas y por ser el nuevo PP, también cerró esa salida a todos los españoles.  ¿El bienestar de los españoles? ¡No me hagais perder el tiempo!.

De los nacionalistas catalanes (no confundir nunca con "los catalanes") no cabe esperar ya nada que no sean cálculos egoistas.  En estos momentos tanto ERC como el PDECAT buscan marcar perfil propio y volver al autonomismo sin que sus fieles lo noten, mientras se acuchillan entre ellos sobre el cadáver de la CUP.  ¿El bienestar de los españoles? Les importa tan poco como el de los catalanes.

El PNV de Urkullu es un espectador interesado al que tanto dá una cosa que otra, porque Euskadi tiene ya una fiscalidad envidiable y, gracias a Rajoy, una jugosa asignación extra, por lo que solo le queda estar atento a cuándo su fuerza volverá a ser necesaria y suficiente para volver a extorsionar al gobernante de turno por otro trozo del pastel.  ¿El bienestar de los españoles? Tanto les dá, aunque el bienestar de los vascos sí que parece importarles, o al menos el de los nacionalistas vascos.

El resto de formaciones, tanto nacionales como regionales (Gallegos, Valencianos, Cántabros, Canarios..) saben que poco pueden sumar o restar y no llaman mucho la atención, sabiendo que asisten a una guerra fraticida en la que no son los protagonistas.  Ya llegará su momento.

Atrás quedaron los tiempos de la alta política, cuando España empezaba a levantar la cabeza tras una dictadura, cuando estaba fresco lo que era el (auténtico) fascismo y la falta de democracia, y los políticos sabían que para sumar fuerzas debían restar aspiraciones.

Nada de eso queda hoy.

                   

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